Sevilla versus Sevilla
Se cumplen en 2012, cien años de la
catalogación como Patrimonio Nacional,
de la Iglesia de Santa Catalina de Alejandría. Este retazo de la historia de la
ciudad de corte mudéjar, pasa en nuestros días, por
los momentos más desafortunados
de su longeva historia (mediados del siglo XIV).
Tan
solo han debido transcurrir ocho años de desidia y olvido absoluto, para que
Santa Catalina pase del esplendor artístico a la ruina absoluta y decadente.
Se
levanta su fábrica, como un fantasmal recuerdo de la monumentalidad que otrora,
esta Sevilla de flaca memoria, levantó con las dotes artísticas de los
que en
ella trabajaron empleando con ahínco calidad y magisterio.
Una
ciudad que se divide entre la progresía y la conservación, deja heridas
profundas en su patrimonio, en su cultura y en su historia.
Así
acudimos, a los soliloquios de unos cuantos, en los que se argumenta la
dedicación al catolicismo de este Bien de
Interés Cultural, señalando a la
Jerarquía Eclesiástica como única culpable
de su ruina, por no abanderar en solitario la restauración inminente del
templo.
Esas
voces que se alzan contrarias a la participación económica en la rehabilitación
de Santa Catalina de manera tripartita (es decir Iglesia, Ayuntamiento y Junta
de Andalucía), ¿Qué dicen acerca de la restauración que se está llevando a cabo
desde julio de 2011 de la joya del barroco que es San Luis de los Franceses y
de la Capilla Doméstica del que fue Noviciado Jesuita, cuya rehabilitación corre
a cargo del Ministerio de Fomento y la Diputación de Sevilla, con un importe de
3,144.312,09 de euros y que tiene fijada su finalización en este mes de Julio?. Nada, no dicen nada, ¿por qué?,
pues probablemente porque San Luis de los Franceses pertenece a la Diputación
Provincial y por eso no importa que sea una Iglesia, ni que en ella puedan
casarse las parejas que lo soliciten, ni que tenga una maravillosa historia
ligada a la religiosidad entre sus muros, ni que esté colmada de huesos y
reliquias de Santos y Mártires...
Creo
firmemente, que no podemos dejar de alzar nuestra voz en defensa de Santa
Catalina. Se lo debemos a nuestros antepasados y a nuestros hijos, que serán el
futuro de esta Ciudad de nuestros desvelos.
Se
lo debemos al barrio, a las Hermandades que se erigieron y que tuvieron sede
canónica en este templo, a los pintores, escultores, doradores,
ensambladores y
retablistas, que dejaron jirones de su arte en las carnes prietas de la casa
sevillana de la Santa de Alejandría.
Se
lo debemos a Sevilla y a su monumentalidad universal.
"No
he de callar por más que con el dedo,
ya
tocando la boca o ya la frente,
silencio
avises o amenaces miedo."
(Don
Francisco de Quevedo y Villegas 1630)
Irene Gallardo
Todos los derechos reservados ©