En los Cielos de Sevilla
A las memoria de Fernando Marmolejo.
“Hoy la memoria escoge el camino
más amargo para herirnos”. (Rafael Montesinos).
La ciudad está acunando el
recuerdo de los tiempos para dejar siempre la esencia de la vida.
Con la misma
sencillez que el destino le hiciera mostrarse, cruzó la orilla de ese
otro Guadalquivir de espumas y sal, pausado y silencioso, como en siglos y
llorando lo hiciera Al-Mutamid.
La página de los recuerdos escribió la última
letra bruñida en forja, cuando Caronte, sin previo aviso llamó a las puertas de
su vida.
Silenciaron las campanas de la “novia del viento”, y en lo alto de su
talle se estremecieron las azucenas que de sus manos salieron.
No brilló el sol en las enaguas prietas de la Turris
Fortissima.
La brisa presurosa que vino de Cádiz, fue a
recostar su pesar, en los tendidos fríos del coso del Baratillo, abandonándose
a su suerte.
El velo de la noche se refugió en la amargura
de la vieja ciudad, besando con tristeza las veletas del viento.
Está de luto la fragua y la forja y el
cartabón, está de luto el taller y el tas y el cincel, y está de luto la
historia y la ciudad de la “Gracia”, y la plata y el pincel.
Maestro de creadores y creador de
recuerdos, que llenaste nuestra vidas con los brillos del recuerdo del oro del
Potosí.
Caballero y compañero de los
artistas del mundo que te siguieron de cerca, recuerdos en blanco y negro de
los que admiran tu obra sevillana y
universal.
Está de luto el artista y el
artesano sencillo.
Está llorando Sevilla la esencia
del arte puro y la ausencia del maestro.
Desnuda quedó la tarde aferrándose al
recuerdo, aspirando el tibio aliento de la flor de la pureza, esa que mueve sus
tallos de forja y alta firmeza en la azotea de la Gloria y en los Cielos de
Sevilla.
Fotografía: José javier Comas
Irene Gallardo
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