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jueves, 18 de octubre de 2012

En los Cielos de Sevilla


 A las memoria de Fernando Marmolejo.

 “Hoy la memoria escoge el camino más amargo para herirnos”. (Rafael Montesinos).
  
La ciudad está acunando el recuerdo de los tiempos para dejar siempre la esencia de la vida.
 Con la misma  sencillez que el destino le hiciera mostrarse, cruzó la orilla de ese otro Guadalquivir de espumas y sal, pausado y silencioso, como en siglos y llorando lo hiciera Al-Mutamid.
 La página de los recuerdos escribió la última letra bruñida en forja, cuando Caronte, sin previo aviso llamó a las puertas de su vida.
  Estaba la pleamar en la barra de Sanlúcar y la tarde caía con delicada languidez sobre los chopos verdes.
Silenciaron las campanas de la “novia del viento”, y en lo alto de su talle se estremecieron las azucenas que de sus manos salieron.
 No brilló el sol en las enaguas prietas de la Turris Fortissima.
 La brisa presurosa que vino de Cádiz, fue a recostar su pesar, en los tendidos fríos del coso del Baratillo, abandonándose a su suerte.
 El velo de la noche se refugió en la amargura de la vieja ciudad, besando con tristeza las veletas del viento.
 Está de luto la fragua y la forja y el cartabón, está de luto el taller y el tas y el cincel, y está de luto la historia y la ciudad de la “Gracia”, y la plata y el pincel.
 Marmolejo del diseño, del arte, de los recuerdos de lo vivido y soñado.
Maestro de creadores y creador de recuerdos, que llenaste nuestra vidas con los brillos del recuerdo del oro del Potosí.
Caballero y compañero de los artistas del mundo que te siguieron de cerca, recuerdos en blanco y negro de los que admiran tu obra sevillana  y universal.
Está de luto el artista y el artesano sencillo.
 Hay silencio en Castellar, en la Plaza del Pelícano y por la Puerta Real.
Está llorando Sevilla la esencia del arte puro y la ausencia del maestro.
 Desnuda quedó la tarde aferrándose al recuerdo, aspirando el tibio aliento de la flor de la pureza, esa que mueve sus tallos de forja y alta firmeza en la azotea de la Gloria y en los Cielos de Sevilla.
 Hasta siempre Maestro.   

 Fotografía: José javier Comas


                                Irene Gallardo
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