Licencia de Creative Commons


licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España

domingo, 19 de mayo de 2013


ROCÍO, SIEMPRE ROCÍO
  Una mañana radiante se despierta en este Mayo, se ha adelantado al reloj y a los viejos calendarios.

Hay barrios despabilados y bulliciosa alegría, que corre como un riachuelo desde el Cerro hasta Triana, desde el Sur de la ciudad hasta el mismo Salvador, eclosionando en San Gil.

Las siete de la mañana, huele a fresca amanecida, a café de pucherete, al carburo de los carros, a romero y a tomillo, a la juncia y al lentisco y al almidón de las batas.
Están sonando cohetes que ajan el cielo eterno, convocando a la alegría que se derrama en las calles.

Azul limpio en las alturas y verde en el corazón.
Ya se prepara Sevilla para decirles adiós a los que cogen su atillo con la vara de acebuche rematada por la mata de floreciente romero, o a los más que afortunados que llevan una carriola y pasean en charré, a los que lo harán andando y arrimados a los costeros del cajón de la carreta, que lleva el Simpecado.

Sobre el pecho luce orgullosa la medalla rociera, con el cordón del color de la cinta del sombrero.

Verde para Triana, blanca y verde para Sevilla, albero y verde para la Macarena, roja y verde para Sevilla Sur y oro y verde en el Cerro.

Cinco suspiro de plata que se marchan buscando los terrones y los bancales de arena de la Raya Grande, las tablas que crujen del Puente del Ajolí, las aguas mansas del Jordán andaluz, el Quema de los bautizos y de las Salves, las chumberas y cigüeñas del Palacio, cinco carretas del alma que sirven de baldaquino, a la representación pictórica de la Madre de Dios y del Rocío, en un alarde de religiosidad popular, nacida al sur del sur y que no conoce fronteras.

Sobre el cajón, a la verita del bendito Simpecado, cientos de velas de promesas que los fieles que no hacen el camino, depositan al partir las Hermandades, que se prenderán en la pará de la noche, cuando se elevan los cantos a la Señora de las Marismas, que nació en el Reino de Sevilla, bajo un acebuche Manriqueño y que nos recibe en ese Sábado de la Gloria, víspera de Pentecostés, a las puertas de su Ermita.
  

Ya crujen los ejes de las ruedas en las carretas de plata.

Crujen los frontiles de los bueyes, 

con el andar cansino que el carretero manda.

Crujen las guardamalletas y las columnillas.

Cruje el cajón y crujen las varas de los cohetes.

Crujen las gargantas rotas en los vivas.

Crujen las retamas que pisan los peregrinos.

 Crujen las maderas del tamboril y el aire de la gaita.

 Crujen en el alma las presencias de las ausencias.

 Crujen las mejillas que las lágrimas bañan.

 Y crujen los sentimientos en la calle Las Carretas,

 porque es que cruje la vida y las promesas cumplidas,

cuando me acerco a  tus plantas

suplicando tu perdón, rogando tu bendición.

Devoción del rociero
Madre de Dios y nuestra

Señora de las Marismas,
promesa de los romeros

 Blanca Paloma del Cielo
y Rocío de mis anhelos.

Irene Gallardo
Pregón de las Glorias de María 
Catedral de Sta María de la Asunción y de la Sede
Sevilla 3 de Mayo de 2008




2 comentarios:

  1. Siempre extasiado por la belleza de sus palabras, retratando cada momento de la vida sevillana, con el detalle y el pellizco que solo una amante de lo suyo sabe y puede hacerlo....Enhorabuena

    ResponderEliminar
  2. Gracias, desde el corazón, gracias por tener la amabilidad de leer lo escrito.
    Un abrazo grande. Gratia et Pax.

    ResponderEliminar